A Manja
Feliz día de muertos
Son las cuatro de la mañana
y a tientas busco el hilo de luz
que a las tres y treinta perdió
una de mis personalidades
Aquí sumergida en estas frías noches,
hechas de tela espacial,
confundo mi sonrisa con la del yo dividido,
las caras y las muecas difieren y se esconden.
Son las cuatro y cinco de la mañana
y recorro entre pisos de papel, sobre mis pies de tinta
un larga y nutrida vereda de conocimiento.
Mis creadores me aman, me tiran, me idolatran
y me castigan.
Soy la señorita, señora, diabla y de vez en cuando cualquier otra,
y por naturaleza me nombraron con la pasta de la que estoy hecha, me llamo “palabra”
Son las cuatro y diez de la madrugada
y busco dentro de las manos del que crea esta mirada
la palabra de vestido de huesos,
la mirada sin fulgor de pupila, con profundidad de campo,
la sonrisa macabra que chilla en las primeras tardes del Noviembre mexicano,
¡si!, busco a la Calaca, para que se lleve a otro vocablo.
Hoy soy Aliada de la flaca y las dos con celo elaboramos el plan de un rapto,
que se lleve a la palabra poema, a la palabra vida, a la palabra de un blanco alemán y solsticio mexicano , a la palabra de sonrisa exquisita.
Yo y la dama de la última compañía, aunque damas, no soportamos la belleza que ella inspira. Sin más, la flaca espero, salga triunfadora y se lleve de aquí a Manja la palabra que hipnotiza.
Siddhartha G. S.
1 de Noviembre de 2011
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