martes, 1 de noviembre de 2011

Calavera sin filosofía


A Rebeca (ojos guapos)

Artistas y filósofos al pie del acantilado se reunieron y votaron con sabia unanimidad desterrar de esta tierra a la niña de ojos guapos.

Las palabras son su vicio y la obra artística su trabajo, es por ello de la envidia que en la boca del abismo los artistas han plasmado.

Son pinceles, moleskines y tramoyas los caminos que invocan a la flaca consentida, qué huesuda horroriza y vestida es catrina


Mares de colores, negros aterciopelados, plomos desgastados y bisutería aperlada

son cornisas del complejo, llamado vida, que Rebeca lleva dentro.

En el último de los poemas que ella a escrito, los manjares de la carne y las gotas de vino de tristeza han hecho presa uno a uno a los que hoy promueven su caída.


La Catrina ve de frente a Rebeca que rezonga ante todo y ante todos, toda cosa, toda cosa. No es ni Koons ni Spinoza los que calman está alma, mucho menos nano tubos y grafeno de Siddhartha. Es por esto que la flaca inexorable y con las pruebas en la palma tiene motivos de sobra para cargarse a Rebeca.


En la noche de las tumbas, en la noche de los llantos, la huesuda se apunta de inmediato para ir por el encargo, de los locos y más locos que en la peña enunciaron, “a Rebeca la difusa denle claquetazo en la movie de las tumbas donde no hará ningún daño con su crítica encendida y sus tétricos sarcasmos

José Siddhartha García Sánchez

1 de Noviembre de 2011

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