jueves, 3 de octubre de 2013

Mi calle (No le temo a nada)

Hace una par de días atrás regresaba a casa cuando me percaté que llevaba varios días tomando una calle en sentido contrario. Esto no tiene nada de extraño ya que las calles de las colonias relativamente nuevas de la ciudad, en su mayoría, no tienen señalamientos; si me di cuenta fue gracias a un auto que entró cuando yo salía mientras su ocupante puso un gesto típico del poblano molesto . Debo decir que me sentí lo bastante incómodo para no volver a cometer ese atropello, así que hoy  cuando manejaba por aquella zona intenté buscar una calle de la manera correcta y al encontrarla cuál sería mi sorpresa, yo al volante y la calle siguiente con dos hileras de autos descompuestos y un sólo carril para transitar, así que estando a unos cuantos metros de la calle antes mencionada me percaté que sobre la misma calle pero en sentido contrario venía un auto, y su ocupante al verme aceleró, dispuesto a ejercer mi derecho al tránsito por la calle en el  sentido correcto quedé atrapado entre las dos hileras de carcachas y un auto con una familia completa en el interior. Debo aclarar que no tenía la menor intención de entrar en ningún tipo de disputa y sólo esperaba algún tipo de reacción para resolver, gracias al derecho de replica, de una manera elegante y sencilla argumentando que yo iba en la dirección correcta.
El hombre de aspecto triste y venido a menos me gritó desde el interior
-déjame meter mi auto
Entonces rascándome la cabeza le contesté
-pero es que vienes en sentido contrario
Acto seguido se quitó el cinturón de seguridad y dijo algo a su esposa, que parecía recriminarle, bajó del auto y entonces me percaté de que era el mecánico de las carcachas; me echó un ojo y se dirigió a la puerta del copiloto y sólo escuché como le decía a su mujer
-¡pues que se quite el payaso!
-¿qué dijiste? dije iracundo
dio vuelta sobre su propio eje y dijo
-no te he dicho nada en tu cara, y si quieres ahí quédate porque yo vivo aquí
En ese momento su mujer con niño en brazos le recriminó algo y avanzó hacia la puerta de su casa mientras el infame mecánico le seguía muy de cerca, ella le cerró la puerta en la cara y entonces él se dio valor para lanzar improperios en contra de ella.
Mientras el hombre se quedaba viendo de cerca la textura de su portón yo arranqué el auto y decidí dar marcha atrás, cuando esto sucedió me dio una explicación que yo no pedí y que tampoco entendí. Mirándome fijamente dijo,
-Yo me paro donde quiero, porque es mi calle y sabes una cosa no le tengo miedo a nada, namás que estoy fuera de mi casa, pero no le temo a nada, he vivido tanto
cuando hice la maniobra correcta para salir del encierro y tomar la calle lateral observé con tristeza que ninguna de las cuatro esquinas tenía señalamientos.
 
J. Siddhartha García Sánchez
Puebla, Pue.
3/10/2013

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